martes, 11 de junio de 2013

A raíz de una "sensación de inseguridad", pienso hoy en los abismos que hay entre unos y otros, en los años luz que separan a algunos seres humanos de sus congéneres, en los distintos grados tan extremistas de sensibilidad y conciencia, de colectividad o individualismo, en cómo pueden convivir en una misma ciudad una persona con buenos valores que no jode a nadie y un asesino, cómo pueden encontrarse estas dos personas, cruzarse, y a partir de ese momento formar parte uno de la vida del otro, para siempre, por más fugaz (pero contundente) que sea el momento que comparten, la relación que forjan, cómo yo que no tengo nada que ver con vos repentinamente tengo todo que ver con vos, a tal punto que te adueñás de mi vida, de mis afectos, de mi futuro, a tal punto que me quitás la vida y no te conozco, a tal punto que elegís impunemente hasta dónde voy a llegar y qué sueños no voy a poder concretar, que hacés sufrir a tantas otras personas por este acto de crueldad que decidís cometer, yo pienso hoy en cómo una mente puede procesar, naturalizar y apropiar ideas tan aniquiladoras y destructivas (¿cómo puedo yo dispararte, ahorcarte o clavarte un cuchillo? ¿cómo puedo siquiera llegar a pensar en algo así, en sostener un arma, solamente en sostenerla?), pienso en cómo la concepción de la humanidad puede variar radicalmente según múltiples factores y resulta que acá mismo hay amor, acá mismo hay odio y por muchos lados reina la indiferencia, pienso en cómo se evidencia claramente la noción de valor en algo tan preciado como la vida, que es tanto (mi vida) y tan poco (su vida) o tan nada, cómo la otredad termina siendo un concepto muy esfumado, uno es y no es el otro, y cómo todo coexiste en la misma ciudad, todo sigue existiendo y compartiendo el mismo espacio, las mismas calles, todo sigue adelante, excepto la víctima de un asesinato.

Ojalá que futuras generaciones no tengan que pensar todo esto.
 

No hay comentarios: